La normativa educativa establece tres tipos de respuesta educativa para los alumnos con altas capacidades intelectuales:
- Medidas de atención a la diversidad de carácter ordinario.
- Medidas de atención a la diversidad de carácter extraordinario.
- Medidas de atención a la diversidad de carácter excepcional.
Las medidas de carácter ordinario para el alumnado de Altas Capacidades Intelectuales tienen como prioridad promover el desarrollo pleno y equilibrado de las capacidades contempladas en los objetivos generales de las enseñanzas, así como otras medidas de modificación y ajustes didácticos, metodológicas y organizativas. Es decir, tratamos al alumno con altas capacidades intelectuales como a cualquier otro alumno.
Las medidas de carácter extraordinario permiten “enriquecer” las experiencias de aprendizaje de los alumnos/as dentro del grupo/clase, por lo que se convierten en una de las medidas más populares para la administración educativa por su bajo coste y por la aparente facilidad para su incorporación en la práctica docente habitual, por lo que se encuentra incluida, sistemáticamente, en todos los informes de evaluación psicopedagógica.
Teóricamente el enriquecimiento, frente a otras propuestas orientadas a realizar una atención específica del alumnado con altas capacidades en un contexto extracurricular, busca desarrollar y profundizar la educación en el marco escolar ordinario, dentro de su grupo-clase, o están dirigidas a todos los grupos-aula, dentro o fuera del horario lectivo. Las actividades que desde el enriquecimiento se plantean deben ser abiertas, flexibles, promocionarla creatividad, la interacción y la investigación y suponer un reto cognitivo.
Ante tales bondades educativas para cualquier alumno, sea o no de altas capacidades intelectuales y en aras a la calidad de la enseñanza, no entiendo por qué no es esta la forma normal de atender a todo el alumnado y, sin embargo, se plantea como una forma de respuesta educativa personalizada para los alumnos y alumnas con altas capacidades intelectuales cuando no lo es en absoluto.
Para enriquecer el aprendizaje de este tipo de alumnado contamos con las adaptaciones curriculares individualizadas:
- De enriquecimiento o profundización (PCAI) son modificaciones que se realizan a la programación para un alumno o alumna concreta y que suponen una ampliación horizontal del currículum, sin avanzar objetivos y contenidos de niveles superiores. Estas adaptaciones se realizarán en aquellas áreas o materias para las que el alumno o alumna presenta mayores aptitudes, así como en las que están más relacionadas con sus motivaciones e intereses.
Para que esta medida, realmente, fuera eficaz para atender al alumnado de altas capacidades intelectuales y no un mero “entretenimiento”, jamás debe ser “más de lo mismo”, debería aportarse un conocimiento útil, eficaz y mensurable (evaluable), debería constar en el expediente del alumno en tanto que medida extraordinaria, y, debería permitir el desarrollo real de los talentos, así si un alumno presenta talento verbal, debería dársele la posibilidad de aprender otros idiomas, o si se trata de talento musical, la posibilidad de combinar la educación musical reglada con la escuela ordinaria o si es talento cinestésico, la posibilidad de entrenar o de acudir a un CAR.
- De ampliación (ACAI), suponen la ampliación del currículum a cursar por el alumno o alumna con la inclusión de objetivos y contenidos de niveles educativos superiores. Dentro de estas medidas puede proponerse, en función de la disponibilidad del centro, el cursar una o varias áreas en el nivel inmediatamente superior, con la adopción de fórmulas organizativas flexibles.
Esta medida choca frontalmente con la organización de nuestro sistema educativo a la hora de aplicarla: pongamos un niño con talento matemático que con 7 años ya dispone de todos los conocimientos matemáticos de la etapa primaria, pero que su colegio no tiene línea de secundaria: ¿Qué hacemos con él: frenamos su talento hasta que éste se iguale con el resto de materias, le permitimos acudir a un instituto para cursar matemáticas, …? La Administración educativa soluciona esto de dos formas: al niño le desaparece la condición de NEAE por AACC de la noche a la mañana o bien solo se le permite avanzar curricularmente un curso y gracias, frenando con ello su desarrollo.
Por último, disponemos de la medida extraordinaria de flexibilización de los distintos niveles y etapas educativas, dirigida al alumnado (superdotado no talentoso) que presenta niveles académicos o de competencia curricular superiores a los de su grupo de referencia.
La medida más común es la aceleración y consiste en que el alumno/a sigue el programa educativo a mayor velocidad que el resto de sus compañeros y compañeras, con la consiguiente reducción en la duración de su escolarización. Esto se concreta en adelantar al alumno/a de nivel para ofrecerle un contexto curricular más adecuado a sus capacidades, nivel y ritmo de aprendizaje. Las ventajas que se derivan de esta medida están relacionadas con el aumento de la motivación del alumnado, una mayor estimulación del mismo, el desarrollo de su proceso de aprendizaje con alumnos y alumnas de capacidades cognitivas más acordes a las suyas y, además, no requiere de medios extraordinarios. Sin embargo y a pesar de sus más que probadas bondades en todos los aspectos para este tipo de alumnado, es la que más trabajo le cuesta adoptar a nuestra administración educativa.
Pero, ¿se cubren realmente con estas medidas educativas las necesidades de este tipo de alumnado? Desgraciadamente, no y, desde mi punto de vista, esto sucede porque las administraciones educativas no entienden la necesidad de una atención educativa personalizada para las personas con altas capacidades intelectuales, en primer lugar, como ya he dicho anteriormente, porque esta denominación agrupa a un alumnado muy heterogéneo y, por tanto, con necesidades educativas muy diferentes entre sí y, en segundo lugar, porque se desconocen o se obvian las auténticas necesidades de estos alumnos: un alumno con talento matemático, verbal, cinestésico o musical, … no tiene las mismas necesidades que un alumno superdotado y entre los alumnos superdotados también existen importantes diferencias en relación a la intensidad de sus necesidades en función del tipo de superdotación que tengan: normal, medio o alto/profundo y de sus propias preferencias personales.
Pondré un ejemplo gráfico: la administración para atender las necesidades educativas de su alumnado, decide crear el grupo “alumnos con NEAE por problemas visuales”, grupo en el que entrarían los alumnos con miopía, hipermetropía, astigmatismo, daltonismo, … y, por último los que padecieran cualquier tipo de ceguera en mayor o menor grado y decidiera que todos ellos necesitan “Gafas” = Enriquecimiento. Cierto que necesitan gafas, pero cada uno necesitará unas gafas distintas y los ciegos necesitarán aprender Braille, utilizar bastón o tener un perro guía.
Se olvidan de que ser muy inteligente no siempre es garantía de éxito o de felicidad. Tras un coeficiente intelectual muy elevado hay un reverso del que no siempre se habla, como la angustia existencial, el aislamiento social, problemas emocionales o esa continua insatisfacción personal y vital al no cumplir muchos de los elevados objetivos que la persona con altas capacidades se propone. (Dra. Valeria Sabater, Revista La mente es maravillosa).
| “Quiero vivir una vida perfecta. La única manera de lograrlo es a través del aislamiento, de la soledad. Siempre he odiado a las multitudes”. -William James Sidis, el hombre más inteligente del mundo– |
Jeanne Siaud-Facchin, psicoterapeuta y una de las más reconocidas expertas en el campo de las altas capacidades, nos explica que nada puede resultar tan paradójico como el cerebro de estas personas.
Ser muy inteligente conlleva a su vez cierta fragilidad. Estamos ante un tipo de mente capaz de generar miles de ideas a la vez. Son rápidos, son originales y llegan a producir en pocos segundos un sinfín de razonamientos y conceptos. Sin embargo, no siempre son capaces de gestionar toda esa información. Sus mundos cognitivos tienen tanta capacidad que basta un solo estímulo para que sus neuronas se disparen al instante dando forma a muchas ideas, pero la verdad es que no siempre logran dar una respuesta concreta o incluso acertada.
Todo ello les puede generar una elevada frustración y desconcierto. No todo es tan increíble ni tan sencillo para una persona o un niño con altas capacidades. Nadie les ha explicado cómo usar ese cerebro tan sofisticado, tan ávido de información y productivo en ideas. De hecho, la realidad se complica mucho más para las personas con CI de más de 150 puntos. En estos casos, sus vidas pueden llegar a ser verdaderas tragedias si no se les dan las herramientas adecuadas para manejar su capacidad.
Esto sucede porque la administración educativa todavía parte del mito de que ser muy inteligente es sinónimo de éxito académico y social. Sin embargo, dadas las exiguas cifras oficiales de alumnos identificados oficialmente, es muy posible que el alumno con un alto CI pase desapercibido durante una buena parte de su vida lectiva. Lo más probable, es que no saque buenas notas, que no sea bueno haciendo amigos y que sea ese alumno despistado y enfrascado en su propio mundo que habita en las últimas filas de un aula, donde no llamar la atención.
El principal problema al que se enfrentan estos infantes es tener una mente que no son capaces de controlar:
La razón por la que ser muy inteligente no garantiza ser siempre el primero de la clase, responde a varias dimensiones. La primera es el aburrimiento. El niño con altas capacidades no se siente interesado ni estimulado por todo aquello que le rodea y simplemente, «desconecta» y asume una actitud pasiva pudiendo llegar incluso al fracaso escolar.
En otros casos, nos encontramos ante alumnos que no saben controlar sus ideas y divagaciones. A veces, ante una simple pregunta de examen, el niño puede caer en una suerte de divagaciones, reflexiones e inferencias donde no siempre logra dar una respuesta concreta. De hecho, en el libro «Demasiado inteligente para ser feliz» de la autora mencionada, una niña explica que “mientras sus compañeros elevan una antena para hallar la solución, ella levanta 25 y se siente incapaz de llegar a una conclusión.”
Este tipo de razonamiento que llevan a cabo las personas con altas capacidades se llama pensamiento arborescente y se explica del siguiente modo: cuando se recibe un estímulo, la mente empieza a generar una idea tras otra, aunque en muchos casos sin asociaciones claras. Hay una arborescencia muy densa con infinitas “ramas” donde la persona no logra controlar u organizar esos datos.
Otro aspecto fundamental es lo que K. Dąbrowski, reconocido psicólogo y psquiatra de origen polaco, identificó como “sobreexcitabilidades” o “supersensibilidades” de las personas con superdotación intelectual: psicomotora, sensual, emocional, intelectual e imaginativa. Los niños superdotados tienden a tener más de una de estas intensidades, aunque una es usualmente dominante.
Psicomotora
El principal signo de esta intensidad es una energía desbordada. La sobreexcitación psicomotriz es una de las supersensibilidades comunes en los niños superdotados medios y profundos, según Dąbrowski. Se caracteriza principalmente por altos niveles de energía. Los niños con esta sobreexcitación están en constante movimiento. Incluso necesitan menos sueño que otros niños y como adultos, son capaces de trabajar muchas horas sin cansarse.
Los niños con esta sobreexcitabilidad psicomotora también pueden ser mal diagnosticados como TDAH. Si bien pueden ser activos, son muy capaces de mantener la concentración enfocada a menos que sean estimulados mentalmente de forma insuficiente. La falta de estimulación mental puede ser un problema para estos niños en la escuela.
Esta sobreexcitabilidad se manifiesta en forma de:
- Habla rápida
- Comportamiento impulsivo
- Competitividad
- Habla compulsiva
- Organización compulsiva
- Hábitos nerviosos y tics
- Preferencia por la acción rápida y los deportes
- Expresión física de las emociones
- Insomnio
Sensual
El síntoma primario de esta intensidad es una consciencia elevada de los cinco sentidos: vista, olfato, gusto, tacto y oído. La sobreexcitabilidad sensual es una de las sobresensibilidades de Dąbrowski comunes en niños superdotados. Es reconocida por la respuesta intensificada a los cinco sentidos. También está marcada por la sensualidad intensificada, sexualidad, esteticismo y las ansias de admiración física.
Esta sobreexcitabilidad puede ser positiva o negativa: Los niños con sobreexcitabilidad sensual pueden sentirse mal o bien por el olor de ciertos alimentos o pueden amar u odiar ciertos materiales al tacto, o pueden sufrir por el mero roce de una etiqueta o porque el ruido de la clase les resulte insoportable o, de forma contraria, extasiarse con la música. El placer que obtienen de los sabores y texturas de algunos alimentos puede ocasionar que coman demás.
Los niños con sobreexcitabilidad sensual pueden emocionarse hasta las lágrimas por la belleza de una puesta de sol o de un poema, una canción o una pieza de arte. También pueden desear ser el centro de atención.
Pueden manifestar de forma intensa:
- Apreciación de la belleza, ya sea en la literatura, música, arte o naturaleza.
- Sensible a los olores, sabores o texturas de los alimentos
- Sensible a la contaminación
- Sensibilidad táctil (Se disgustan por la sensación de algunos materiales en la piel, etiquetas de la ropa)
- Búsqueda del placer
- Necesidad o deseo de comodidad
Intelectual
Esta intensidad es una de las más reconocidas en los niños superdotados. Se caracteriza por actividades mentales, del pensamiento y pensar sobre el pensamiento. Los niños que presentan esta intensidad parecen estar pensando todo el tiempo y desean respuestas a pensamientos profundos. Algunas veces su necesidad por obtener respuestas los meterá en problemas en la escuela cuando sus preguntas al profesor pueden parecer poco respetuosas o desafiantes.
Aunque esta sobreexcitación se caracteriza por una actividad mental intensa y acelerada, no tiene que ver con el rendimiento académico. En cambio, tiene que ver con el amor a la verdad y la búsqueda de la comprensión.
Los signos de esta sobreexcitación son un alto nivel de curiosidad, concentración profunda, capacidad de esfuerzo intelectual sostenido, y una amplia variedad de intereses. Los niños con esta sobreexcitación tienden a ser ávidos lectores en su búsqueda de conocimiento. También son excelentes solucionadores de problemas y aman las estrategias.
Estos niños también hacen preguntas profundas y de sondeo, preguntas acerca de Dios, la muerte y el significado de la vida, por ejemplo. Son teóricos e introspectivos y pueden estar preocupados por ciertos problemas, a menudo los que planteen cuestiones morales.
La gente suele creer que la sobreexcitación intelectual es lo mismo que una gran inteligencia, pero no lo es. Los niños con una sobreexcitación intelectual tienden a estar interesados en eventos culturales, asuntos sociales, y el aprendizaje de nuevas teorías. Los niños sin esta sobreexcitación o con un menor grado de la misma, tienden a no tener tales intereses y en su lugar pueden sobresalir en la inteligencia práctica.
Presentan:
- Profunda curiosidad
- Amor al conocimiento y al aprendizaje
- Amor por resolver problemas
- Avidez por la lectura
- Formulación de preguntas agudas
- Pensamiento teorético
- Pensamiento analítico
- Pensamiento independiente
- Concentración, capacidad de mantener el esfuerzo intelectual
Imaginativa
El indicador primario de esta intensidad es una imaginación sin restricciones. Sus imaginaciones pueden causarles visualizar la peor posibilidad de cualquier situación. Puede ahuyentarlos de correr riesgos o involucrarse en situaciones nuevas.
Se caracteriza por una imaginación rica, vívida y activa. Los niños que tienen esta sobreexcitabilidad tienen capacidades de visualización inusuales. Pueden tener sueños elaborados, a menudo en colores. Su imaginación puede conducir con frecuencia a vivir, en primera persona, las pesadillas.
Los niños con sobreexcitabilidad imaginativa pueden presentar dificultad para expresar sus pensamientos verbalmente porque a menudo piensan en imágenes, y cuando expresan sus pensamientos, lo hacen con tanto detalle que la idea central se pierde. De hecho, podría parecer que no tienen una idea central, sino que simplemente están describiendo lo que ven y piensan por el mero hecho de describirlo. Estos niños disfrutan de la poesía y del drama, no sólo leerla y observarlo, sino también escribirlos y participar en ellos.
Los niños pequeños exhiben esta sobreexcitabilidad a través de la invención de compañeros imaginarios. Los niños dotados son más propensos que otros niños a tener compañeros de juegos imaginarios y suelen tener más de uno. En lugar de un compañero, pueden crear familias enteras de personas imaginarias.
Se caracterizan por tener:
- Sueños vívidos
- Miedo a lo desconocido
- Buen sentido del humor
- Pensamiento mágico
- Amor por la poesía, música y arte dramático
- Amor por la fantasía
- Ensoñación
- Amigos imaginarios
- Visualización detallada
Emocional
El síntoma primario de esta intensidad es una sensibilidad emocional excepcional. Los niños con una fuerte sobreexcitabilidad emocional a veces son diagnosticados erróneamente con trastorno bipolar u otros problemas y trastornos emocionales. A menudo son niños sobre los cuales la gente comentará: «Es demasiado sensible para su propio bien».
La excitabilidad emocional es probablemente la más importante de las cinco sobreexcitaciones. Es más fácil de reconocer por los padres de los niños superdotados, porque estos niños muestran emociones exaltadas e intensas y respuestas emocionales a los acontecimientos y experiencias.
Los niños con esta sobreexcitabilidad emocional tienen la capacidad de emocionarse profundamente. Desarrollan fuertes vínculos con personas, lugares y cosas. Debido a su intensidad emocional, a menudo son acusados de exagerar o ser melodramáticos. Sin embargo, las emociones que sienten son reales. Para ellos, un grano de arena es, realmente, una montaña.
La sobreexcitabilidad emocional también se manifiesta en una profunda preocupación por los demás, así como en autocrítica y ansiedad. Incluso los niños pequeños dotados de alta sobreexcitabilidad emocional pueden mostrar su preocupación por el llanto de un bebé o la angustia de un compañero pequeño que ha sido herido o se molestó. Así de comprensivos como lo son para otros, parecen incapaces de sentir simpatía por ellos mismos. Por el contrario, tienden a ser muy autocríticos. También pueden sentir un profundo sentido de responsabilidad, lo cual puede llevar a sentimientos de fracaso y culpa.
No sólo estos niños empatizan con otros, sino que también sienten una conexión con los animales. Estos niños pueden convertirse en vegetarianos a una edad temprana, ya que no puede soportar comer lo que antes era una criatura viviente.
Mientras que su compasión y sentido de la responsabilidad pueden llevar a aquellos con una sobreexcitación emocional a ayudar a los demás, también pueden crearles problemas. Los niveles de ansiedad que experimentan pueden interferir con las tareas simples, como las tareas domésticas o incluso terminar las tareas escolares. También pueden desarrollar síntomas psicosomáticos como dolores de estómago o sufrir de depresión.
La depresión que aquellos con sobreexcitabilidad emocional a menudo experimentan es la depresión existencial, lo que significa que se deprimen por cuestiones relativas a las cuestiones básicas de la vida: la muerte, la pobreza, la guerra y la enfermedad, por ejemplo. Episodios de depresión existencial pueden ser ocasionados por alguna experiencia específica, pero son igual de probables que surjan espontáneamente.
Los niños con sobreexcitabilidad emocional también tienen dificultades para adaptarse a los cambios y pueden experimentar altos niveles de ansiedad cuando se exponen a situaciones nuevas o ambientes desconocidos. También pueden ser tímidos y lentos para participar en actividades sociales.
Los niños no crecen fuera de esta sensibilidad. Un niño con intensos sentimientos emocionales experimentará la misma profundidad de emoción que un adulto.
Manifiestan:
- Emociones extremas
- Ansiedad
- Sentimientos de culpa y responsabilidad
- Sentimientos de incompetencia e inferioridad
- Timidez
- Soledad
- Preocupación por otros
- Alto sentido del bien y el mal, de la injusticia e hipocresía
- Poderosa memoria para los sentimientos
- Problemas para ajustarse al cambio
- Depresión
- Necesidad de seguridad
- Respuesta física a las emociones (dolores de estómago ocasionados por ansiedad, por ejemplo)
Los padres pueden tener una mejor comprensión de su hijo superdotado al comparar el comportamiento de su hijo con las características de cada una de estas intensidades. Decirle a un niño emocionalmente intenso que ignore burlas o no permitir que las burlas lo molesten es un consejo imposible de seguir por el niño. Entender lo que yace detrás del comportamiento del niño ayudará a los padres y a los docentes a responder mejor a ese comportamiento.
Con todo lo anterior quiero insistir en el hecho de que ser muy inteligente implica asumir una visión muy profunda y trascendental sobre la realidad y sobre el propio mundo. En ocasiones, basta con ver una noticia en la televisión para que la persona con altas capacidades sienta incomprensión, rabia y escepticismo ante la propia humanidad.
Las emociones los atenazan, no pueden controlar el impacto que les generan ciertos hechos que para el resto de personas suelen pasar desapercibidas.
| “Dimensiones como la mentira o la falsedad les supera, así como las desigualdades sociales, las guerras o hechos tan concretos como percibir que posiblemente, no podrán alcanzar muchos de esos elevados ideales que tiene en mente.” (Jeanne Siauch Fachinne) |
Asimismo, más allá de esa clásica idea de que las personas muy inteligentes son frías, es necesario entender que su capacidad empática es inmensa. Algo así hace que en ocasiones prefieran aislarse para no sufrir, mantener distancias para no implicarse en exceso y quedar heridos de algún modo.
Sus universos emocionales son complejos, sin embargo, esa intensidad la canalizan también a través de la creatividad y la inspiración, desarrollando al máximo muchos de sus talentos naturales.
Ante todo, lo expuesto lo que nos corresponde es reflexionar: El niño superdotado que pasa su vida escolar sin ser detectado, desarrollará poco interés académico y vivirá en un aislamiento personal donde sí podrán aparecer otro tipo de problemas como trastornos de ansiedad o depresión.
Por otro lado, la propia OMS nos advierte de lo siguiente: el CI no se puede utilizar únicamente como un “diagnóstico” de la superdotación. Porque la inteligencia, no puede entenderse sin la parte emocional, sin su hipersensibilidad, hiperestesia, hiperemotividad, hipermadurez, hiperestimulación, sin su pensamiento arborescente y su velocidad de pensamiento…
Ser muy inteligente puede suponer vivir en un complejísimo rincón privado donde las emociones y los pensamientos son caóticos, profundos y muy intensos. Nuestro papel como padres, madres, educadores o psicólogos es por tanto ofrecerles estrategias adecuadas para que hallen la calma y el equilibrio. Para que puedan alcanzar su máximo potencial y por supuesto, la felicidad.
Ante todo, esto me pregunto: ¿Responden las prácticas educativas propuestas por la Administración como “respuesta personalizada ante las necesidades del alumno” a su efectiva y adecuada atención educativa? …ahí os lo dejo.
